Campañas Militares y Guerras en las Montañas:Hazañas Belicas

Campañas Militares Donde se Cruzaron Montañas

Muchas montañas han sido en el transcurso del tiempo escenario de grandes acontecimientos guerreros. La Antigüedad nos ha dejado ya muchos ejemplos.

Recordemos la Retirada de los Diez Mil de Jenofonte o la expedición de Aníbal en los Alpes.

En la Edad Media Carlomagno pasó los Alpes con su ejército, y más tarde los Pirineos. En Perú, los incas, y después sus conquistadores, los españoles, no retrocedieron ante la  montaña.

En el curso de los tiempos, numerosos macizos montañosos han desempeñado el papel de verdaderas barreras.

Con frecuencia han impedido a los pueblos ponerse en contacto, tanto para fines pacíficos como para los militares.

Si para cualquier persona es penoso afrontar un lugar de montañas salvajes, cuánto más lo será para los ejércitos, que deben necesariamente llevar consigo enormes cantidades de material, sin olvidar los problemas derivados del avituallamiento.

Sin embargo, las montañas han sido a través de la historia escenarios de importantes hechos de armas.

En efecto, ciertos estrategos no han dudado en arriesgarse con sus tropas por tan difíciles terrenos.

Hay que añadir que en todos los casos se hizo así por absoluta necesidad.

Pensemos, por ejemplo, en una de las más importantes expediciones militares de la historia de la estrategia, concretamente la marcha que los Diez Mil Griegos emprendieron bajo el mando de Jenofonte.

Jenofonte

Jenofonte: fue un militar y polígrafo griego Jenofonte escribió hacia el 386 a.C. una de las obras de la antigüedad griega más leídas, la famosa Anábasis, en la cual narró la campaña emprendida quince años antes por el príncipe Ciro de Persia el Joven contra su hermano Artajerjes II, así como la consiguiente retirada de las tropas mercenarias griegas dirigida por el propio autor.

Después de la batalla de Cunaxa pasaron de Mesopotamia, más allá de las montañas de Armenia, en dirección al Asia Menor occidental. Esto aconteció entre el 401 y 399 antes de Jesucristo.

En su famosa obra Anábasis, Jenofonte relata esta retirada forzosa de los griegos.

No obstante, ésta no fue, ni mucho menos, la única de su género que se desarrolló en la Antigüedad.

Una de las más conocidas y sensacionales expediciones a través de las montañas fue la de Aníbal, que condujo, en el siglo III antes de Jesucristo, a todo su ejército desde España a Italia atravesando los Alpes.

Con gran frecuencia se ha considerado esta expedición una empresa temeraria. Es posible, indudablemente, que debido a su ardor juvenil, Aníbal aceptase grandes riesgos.

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Aníbal Cruza los Alpes

El general cartaginés, que había impuesto ya su autoridad en España, esperaba un ataque de los romanos y quiso adelantarse pasando él mismo a la ofensiva.

Por esto decidió sorprender a los romanos en su propio terreno; pero para pasar de España a Italia le era necesario atravesar los Alpes.

Descontaba, por otra parte, recibir apoyo de ciertas tribus del sur de las Galias.

Es totalmente verosímil que el ejército que llevaba en su expedición contase con cuarenta mil o cincuenta mil hombres. Nada se sabe con absoluta certeza acerca de esta empresa, la cual impresionó de tal forma a los historiadores de la generación posterior que la llenaron de versiones completamente fantásticas.

Por la misma razón, las pérdidas sufridas por los cartagineses han sido enormemente exageradas.

Sin duda, no deben subestimarse, teniendo en cuenta las dificultades del terreno y el hecho de que las tribus de la montaña no les dejaban pasar sin entablar combate.

El frío debió de ser también un serio obstáculo para estos soldados, que en su mayor parte procedían del norte de África.

A pesar de todas estas pérdidas y dificultades, la empresa de Aníbal fue coronada por el éxito. Su caballería y su infantería se encontraban preparadas para la batalla cuando consiguieron llegar a Italia. Incluso vencieron a las temibles legiones romanas enviadas a su encuentro.

No se ha podido determinar con exactitud el lugar de los Alpes por donde Aníbal hizo pasar sus tropas.

Según toda verosimilitud, la expedición siguió un itinerario inédito.

Algunos historiadores se inclinan a creer que Aníbal tomó el paso de Suse, un valle excavado en la vertiente italiana de los Alpes, por la Dora Riparia.

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Julio César

Se ha probado que César siguió este valle más tarde, cuando condujo sus tropas a las Galias.

Pero la expedición de Julio César se desarrolló en circunstancias bien distintas.

En esta época las carreteras estaban trazadas y, además, las tropas atravesaban un país amigo donde podían contar con el apoyo de todos.

Los cartagineses de Aníbal, por el contrario, se desplazaban en un país salvaje, inexplorado y habitado por tribus hostiles.

Es curioso constatar cómo en países montañosos varios generales han seguido los mismos itinerarios.

El paso de Suse, que ha sido utilizado con toda seguridad por César y probablemente por Aníbal, fue también la ruta tomada por Carlomagno cuando en 733 marchó con sus tropas francas al encuentro de los lombardos, encuentro que se produciría en Pavía.

Gracias a esta feliz marcha y a su victoria, este emperador cambió el curso de la historia.

Hasta esta época, Italia había impuesto su supremacía a la Europa situada al norte de los Alpes.

Desde entonces, los papeles se invirtieron hasta el punto de que la península italiana fue como un anexo de la Europa occidental.

Carlomagno demostró en otras circunstancias que no dudaba en atravesar las montañas con su ejército.

Recordemos, por ejemplo, su campaña de 778 al sur de los Pirineos, que dio por resultado el establecimiento de la Marca Hispánica, situada entre los Pirineos y el Ebro.

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Carlomagno

Conviene destacar, de todas formas, que en el conjunto de los acontecimientos de aquella época, esta última expedición de Carlomagno no fue muy conocida. Eginhard no hizo mención de ella en su Vita Caroli, su crónica de Carlomagno.

La explicación de esta omisión se encuentra en el hecho de que la retaguardia del ejército mandada por el conde Roldán fue sorprendida y deshecha por los vascos en el desfiladero de Roncesvalles.

Sin embargo, en Normandía, en la región de Coutances, de donde era natural Roldán, se ha conservado el recuerdo de estos hechos.

Más tarde, en la época del feudalismo, los trovadores popularizaron el relato de esta batalla.

Más o menos por la época en que los trovadores cantaban en Europa occidental las hazañas de Roldán, se constituía un potente imperio fuera de Europa, el cual, en muchos aspectos, iba a convertirse en uno de los más sorprendentes que jamás hayan existido: el imperio de los incas en Perú.

El establecimiento de un Estado tan enorme en las montañas, concretamente en la cordillera de los Andes, da testimonio de una gran maestría también en el terreno militar.

Más tarde, la conquista de este imperio por los españoles, conducidos por Pizarra, debe ser considerada una expedición militar excepcional en un país de montañas.

No solamente en la Antigüedad, sino también recientemente, las regiones montañosas fueron escenario de batallas y guerrillas. Napoleón llevó a cabo peligrosas expediciones a través de los Alpes, y, en América del Sur, Bolívar contribuyó eficazmente a la conquista de la independencia con sus batallas en los Andes. Durante las dos guerras mundiales la montaña también fue escenario de batallas encarnizadas.

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Ver:
San Martín Cruza Los Andes
La Aventura Militar Mas Grande de la Historia

Guerra y guerrilla en la montaña

Si antiguamente los ejércitos beligerantes evitaban en la medida de lo posible llevar a la montaña el teatro de sus operaciones, en los tiempos recientes ya no parece ser igual.

La historia militar contemporánea comenzó con las campañas de la Revolución francesa y especialmente con las de Napoleón.

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Napoleón Bonaparte

Poco tiempo después de ser investido por el Directorio como jefe supremo de los ejércitos, decidió atravesar los Alpes con sus tropas (5 de abril de 1796).

Para ello, resolvió ir por una de las rutas más peligrosas, pero también más cortas, hacia su objetivo, que era concretamente la Corniche, marchando sobre los acantilados entre los Alpes y el Mediterráneo; de esta forma, también se exponía a los ataques de los buques ingleses a lo largo de la costa.

Pero Napoleón realizó perfectamente su plan y a través de este camino llegó a Italia en cuatro días.

Más tarde, Napoleón se adentró en los Alpes por los caminos más difíciles, después de que los austríacos hubieran sido, una vez más, batidos por los franceses fuera de Italia del Norte.

El paso de los franceses por la ruta del puerto de San Bernardo empezó el 16 de mayo; los austríacos no esperaban ver a Napoleón tomar este itinerario que atravesaba Suiza y que constituía un campo de operaciones difícil, y su ejército, por consiguiente, estaba menos reforzado.

La vanguardia francesa, dirigida por el general Lannes, desembocó de improviso en el valle del Po y atacó a los austríacos por la retaguardia.

Napoleón no dudó ni un momento en llegar hasta Milán.

El 14 de junio de 1800 batió en Marengo al ejército austríaco, que tenía superioridad en efectivos y armamento.

Estas dos brillantes hazañas demuestran claramente que Napoleón, hábil estratego, estaba en perfectas condiciones de hacer pasar su ejército a través de los Alpes, que, por otra parte, no era una excepción, pues en 1799, un año antes del paso de Napoleón por San Bernardo, el mariscal ruso Suvorov, mandando un ejército austro-ruso, había pasado los Alpes para extenderse con éxito en el valle del Po.

En 1800 no fue Suvorov el que tuvo que replegarse ante Napoleón, sino Mélas.

Algunos años después de estos memorables acontecimientos militares, varias campañas se desarrollan en el Nuevo Mundo sobre las regiones montañosas; algunas de ellas fueron conducidas por Simón Bolívar, que, gracias a sus caminatas por los Andes, sorprendió a los españoles y sus partidarios y les infligió numerosas derrotas, contribuyendo activamente a la liberación de Hispanoamérica.

Durante la primera guerra mundial, la lucha en la montaña iba a ser un importante campo de operaciones militares.

En los Cárpatos se libraron furiosas batallas entre rusos y austríacos, mientras que en los Alpes estos últimos estaban en disputa con los italianos.

También durante la segunda guerra mundial se ha combatido en las montañas, a menudo entre unidades especializadas. Recordemos la rudeza alemana a través del Cáucaso.

El 9 de agosto de 1942 los alemanes ocuparon los yacimientos petrolíferos de Maikop y las refinerías de Krasnodar y avanzaron en seguida en dirección al este hasta adentrarse 100 kilómetros sobre los campos de petróleo de Grozny.

Una patrulla de cazadores alpinos escaló el Elbrús el 21 de agosto de aquel mismo año y plantó la cruz gamada sobre el pico más alto de Europa.

Sin embargo, su ofensiva se desencadenó en el Cáucaso, principalmente en el valle del Terek.

Otra región donde se ha combatido encarnizadamente durante la segunda guerra mundial es en el sudeste asiático.

En Birmania, el avance del general norteamericano Stilwell, jefe de Estado Mayor de Chang-Kai-chek, desde Ledo hasta el campo de aviación de Myitkyna y a través del valle de Hukawang, fue una de las más impresionantes expediciones de montaña que jamás se han realizado (1943-1944).

Uno de los principales problemas para la guerra en esta parte de Asia era el del transporte; las fuerzas armadas tuvieron que ocuparse en más de una ocasión de construirse sus propias vías de comunicación; en muchos lugares, los soldados encargados de trazar las carreteras iban pisando los talones a las vanguardias.

La zona fronteriza entre Birmania y la India, donde en el transcurso de la primera mitad de la guerra los británicos tuvieron que batirse en retirada ante los japoneses, no poseía casi carreteras; se trata de un macizo montañoso, salvaje y espeso, constituido por un contrafuerte del Himalaya.

Durante los meses de enero a mayo de 1942, los británicos y los chinos fueron rechazados por los japoneses, ocupando la famosa Ruta de Birmania, una de las más importantes carreteras de montaña en el sudeste asiático.

Este trabajo representaba un interés estratégico muy importante para el abastecimiento de las tropas chinas.

La conquista de esta carretera por los japoneses suscitó graves problemas; el aprovisionamiento de Chang-Kai-chek debió hacerse desde el exterior por vía aérea, o desde abajo a través de los contrafuertes al sudeste del Himalaya, y aun así, los aliados rechazaban el tener que restablecer una situación que de por sí era desesperada, particularmente por las audaces intervenciones del general Stilwell.

En algunas ocasiones se ha recurrido en las regiones montañosas a métodos de guerra clásicos, generalmente por movimientos de resistencia y guerrilleros. Precediendo a las líneas de formación regulares de sus ejércitos, estos grupos creaban numerosas dificultades al enemigo, al que a veces infligían cuantiosas pérdidas.

Los acontecimientos en Yugoslavia son un ejemplo reciente de esta táctica.

En el macizo abrupto y poblado de árboles, la guerra de guerrillas contra los alemanes y a veces contra otros guerrilleros alcanzó su máximo desarrollo.

En principio, el jefe de la resistencia yugoslava era el general Mihailovich, partidario del rey Pedro, pero a partir de 1942 Tito tomó el mando del movimiento, al frente de más de doscientos mil hombres armados desde el aire por los ingleses o con armamento conseguido del enemigo, sobre todo después de la capitulación de Italia.

Los hombres de Tito llegaron a apoderarse de enormes cantidades de armas. Hubo ocasiones en que los partidarios de Mihailovich y los de Josip Broz —alias Tito— habían combatido juntos.

En cierta ocasión Tito cercó una veintena de divisiones  enemigas,  ya  que dirigía la guerrilla de manera magistral.

Nunca Tito se dedicó a la defensa de un territorio determinado; si la presión del enemigo era muy fuerte, se retiraba a la montaña para reaparecer en seguida de improviso en otro lugar; tanto él como sus partidarios llevaban una vida difícil; mal alimentados, equipados y armados, debían combatir a un adversario mucho más fuerte, pero Tito logró resistir hasta la victoria final.

Mihailovich, su adversario en el propio país, compareció ante los tribunales y fue fusilado.

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