El Siglo de Oro Español en Literatura y Arte ,Sus Caracteristicas
Características del Siglo de Oro Español - El Renacimiento Siglo XVI
La Edad de Oro: Se la suele designar también con el nombre de Siglo de Oro, y comprende la segunda mitad del siglo XVI y todo el siglo XVII. Algunos autores incluyen también al Renacimiento anterior dentro de la Edad de Oro, de modo que esta época abarcaría así dos siglos completos, el XVI y XVII.
Convencionalmente suele tomarse como conclusión de este período la fecha de la muerte del gran dramaturgo Calderón "(1681).
ANTECEDENTES HISTÓRICOS:
Los viajes y los descubrimientos de los marinos portugueses y españoles cambiaron de manera radical la relación de Europa con el mundo.
Desde la Antigüedad, cada una de las grandes civilizaciones mantuvo vínculos con una región limitada del globo.
Las exploraciones europeas permitieron por primera vez que todos los continentes se relacionaran entre sí.
En este sentido, la circunnavegación de la Tierra realizada por Magallanes resulta ejemplarizadora.
La llegada de los portugueses no rompió los equilibrios locales, ya que éstos sólo establecieron factorías en el litoral.
Sin embargo, la colonización de América por los españoles representó un viraje decisivo, una redistribución de los recursos humanos y económicos.
A fines de siglo, los planisferios trazados por Mercator consagraron la extensión de los conocimientos y las pretensiones de los europeos de apoderarse del mundo.
Entre tanto, los ingleses, holandeses y franceses cuestionaban la hegemonía ibérica.
El predominio español
En 1580, Felipe II de España fue coronado rey de Portugal y reunió bajo su soberanía los dos dominios.
El imperio marítimo lusitano multiplicó sus factorías en las costas de África, India, Malasia e Indonesia, y envió expediciones a China y a Japón.
Además, la corona velaba celosamente por su monopolio del comercio con las Indias (pimienta, especias, seda, porcelana, perfumes, perlas y piedras preciosas).
Las Azores, Madera y Brasil iniciaron su transformación económica con las plantaciones azucareras.
Con excepción de las Filipinas, el imperio español era americano y continental.
Después de explorar el mundo caribeño, los conquistadores se apropiaron, entre 1520 y 1533, de México, que estaba en manos de los aztecas, y luego de Perú, gobernado por los incas.
Como los indígenas fueron diezmados por la violencia, los trabajos forzados y las epidemias, se inició la importación de esclavos africanos.
La lucha de los misioneros, como fray Bartolomé de las Casas, que intentaban defender a los indios oprimidos, no encontró mucho apoyo.
La trata de negros no escandalizaba a nadie.
En cambio, muchos intelectuales sentían una gran curiosidad por la descripción de los "salvajes", de los cuales se formaron una imagen idealizada que fomentó la creación de utopías.
No hay duda, que los siglos XVI y XVII fueron de una extraordinaria riqueza y creatividad en la producción artística en todos los países europeos.
En España y en los Países Bajos, este período de la historia del arte se denomina el Siglo de Oro.
Los artistas de esta época no se ocuparon ya exclusivamente de temas religiosos y, poco a poco, la literatura y el arte comenzaron a reflejar la sociedad de su tiempo.
EL RENACIMIENTO ESPAÑOL:
El Renacimiento es el retorno al cultivo de las humanidades clásicas y de las formas arquitectónicas y plásticas derivadas de la cultura de Grecia y Roma antiguas.
Este movimiento cultural se inició en Italia y de allí se difundió inmediatamente por el continente europeo.
Históricamente, el Renacimiento coincide con la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, por el matrimonio de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos.
Esta unidad política se complementa con otros acontecimientos que determinan la formación de una verdadera unidad espiritual: el establecimiento de la Inquisición (1478); la conquista del último reducto musulmán, el reino moro de Granada (1492); la expulsión de los judíos del territorio peninsular (1492); la reforma interna de la Iglesia católica; el descubrimiento de América (1492) y el nacimiento del poderío español en el mundo, y la aparición de la idea imperial.
Traducciones de la Eneida y de la Divina Comedia, tratados sobre el arte del "bien rimar", libros de medicina, de magia, de ocultismo, de arte culinaria: éstos y otros temas parecidos cultivó Enrique de Aragón, marqués de Villena, escritor de la primera mitad del siglo XV.
La personalidad de tan extraño individuo, que llegó a ser famosísimo (pero cuya biblioteca, debido a la acusación de herejía que pesaba sobre él, fue quemada después de su muerte), puede darnos una idea del clima literario que se respiraba en la España de aquel tiempo.
Aunque la vida había llegado a ser lujosa, e incluso corrompida, la fuerza militar de los poderosos ejércitos de tierra y de las casi invencibles flotas españolas continuó creciendo, y el papel de España en el cuadro de la política europea, sobre todo tras las conquistas en Italia, se hizo primordial.
Al mismo tiempo, la espléndida atmósfera de riqueza que empezaba a respirarse en los ambientes nobiliarios influyó notablemente sobre la cultura.
El Renacimiento español, como el italiano, consistió, fundamentalmente, en la extensión del campo de acción de la literatura y en el despertar de la curiosidad de los escritores hacia los más dispares temas.
En este sentido, la influencia italiana fue de gran importancia durante este período: los poetas, prosistas y estudiosos del país de Dante fueron traducidos, imitados, seguidos.
Paralelamente, sin embargo, se afirmó una forma literaria típicamente española, en la que debemos ver uno de los frutos más válidos de esta época: el romance.
El romance es una forma de poesía popular, descendiente directa de los "cantares" de otros tiempos a diferencia de éstos, sin embargo, su destino no era el de ser cantada por los juglares en la corte de los nobles, ya que tenía un carácter estrictamente popular.
La forma era fija: versos de ocho sílabas con rima asonante alternativa, según un sistema de versificación muy sencillo y común a otras formas de poesía popular europea.
Hay algo, sin embargo, que hace inconfundible el Romancero (así se llama la recopilación de todos los romances, inicialmente transmitidos de viva voz y luego escritos), y es lo que sigue: aunque la materia tratada procedía, en muchas ocasiones, de relatos y leyendas extranjeros, el "Romancero" se halla típica y profundamente ligado al espíritu del pueblo español.
Víctor Hugo, el gran escritor francés, lo definió "Ilíada de España", exponiendo así la opinión de que los romances significaban para la nación ibérica lo que el poema homérico para la antigua Grecia: una auténtica epopeya de toda la historia nacional.
Muchos autores de los siglos siguientes encontraron ideas para sus novelas, dramas y poemas en este inagotable caudal de mitos, leyendas y hechos heroicos, que durante tanto tiempo supo encender la fantasía del pueblo.
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Portada de la edición de La Celestina aparecida en Sevilla en 1523. En esta Tragicomedia de Calisto y Melibea, de autor anónimo, la incitación a concebir la vida como goce está presente en todos los personajes. Celestina exclama: Dios no hizo cosa mala!
La arquitectura de estos años produjo obras de carácter monumental. El monasterio de San Lorenzo de El Escorial es uno de los más reconocidos. Los planos para su construcción fueron realizados por el arquitecto Juan de Herrera y su construcción llevó más de veinte años de trabajo. En ¿1 residió el rey Felipe u con su corte
• ►El Siglo de Oro
El período que en la literatura española se conoce con el nombre de Siglo de Oro abarca, en realidad, casi doscientos años. Sin duda, el momento de mayor esplendor correspondió a la época de Carlos I.
El rasgo original que permite diferenciar la producción de los artistas españoles de la de otros europeos, fue el indeleble sabor cristiano.
Una de las características del Siglo de Oro fue la variedad de géneros literarios que se desarrollaron: la poesía mística y lírica, con San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús; y el teatro con Lope de Vega y Calderón de la Barca.
En la narrativa se diferenciaron tres corrientes: la historia de caballería; la anécdota pastoril y la crónica picaresca.
El desarrollo de la novela se inicia con La Celestina y culmina con el Quijote de Cervantes. Otros escritores como Quevedo y Gracián extendieron su labor al ensayo, la teoría política o el tratado moral.
Página inicial de la primera edición de Don Quijote. Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1609) fue el creador del Quijote, una de las novelas muís importantes de la literatura universal. Después de la Biblia, ésta fíe la obra más leída en el mundo y de la que más ediciones se han hecho. Fue traducido a casi todas las lenguas. En la actualidad se calcula que hay unas 1.500 ediciones del Quijote en diversos idiomas. Don Q uijote y su escudero Sancho son los protagonistas principales de la obra
Diego Velázquez (1599-1669) fue una de las figuras más notables de la pintura española del Siglo XVII. Fue pintor de la corte del rey Felipe II y, por ello, una gran cantidad de sus obras tienen como protagonistas a miembros de la familia real. En la imagen podernos apreciar Las Meninas, una de las obras más fumosas de Velázquez.
La Virgen del Rosario y Muchachos comiendo uvas de Bartolomé Esteban Murillo. Murillo (1618-1682) fue otro de los grandes pintores españoles del siglo XVII. Logró dar a sus obras una gran expresividad que se observa, especialmente, en los rostros de sus imágenes religiosas; también el realismo en las composiciones facilité una clara comprensión de ellas. La Virgen del Rosario es uno de los mejores ejemplos de su obra. Muchachos comiendo uvas es una pintura dedicada a tenias de la vida cotidiana a los que consagró la última etapa de su producción
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EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL
Toda la potencia, la grandeza y el brillo de la nación española "explotaron" en el siglo XVI.
La gloria del imperio español, desde la primera mitad del siglo XVI hasta la segunda del XVII, es sólo comparable al esplendor del Imperio Romano.
Y mientras se estabilizaba la preponderancia política de España en Europa y sus naves surcaban los océanos a la conquista de nuevos continentes, también la vida espiritual y cultural de la nación florecía.
Estamos en el período "clásico" de la literatura y el arte español: un período en el que la fe religiosa y la conciencia de la propia grandeza produjeron grandes obras maestras.
En este breve retrato de una época, nos limitaremos a dar los nombres de los artistas más famosos, resumiendo así los diversos "filones" existentes en la producción literaria de este "siglo de oro".
La poesía
Bajo el influjo de la escuela italiana, y también como reacción ante ella, la lírica alcanzó una riqueza expresiva y una fuerza estilística fuera de lo común.
El camino fue señalado, a principios del siglo, por Garcilaso de la Vega, (imagen abajo) poeta de azarosa existencia que ejerció una enorme influencia en la evolución del estilo. Pero el mayor lírico de este período fue Luis de Góngora, "genio máximo", "Homero español", "príncipe de la poesía".
La mística
En el candente clima religioso de la época, los espíritus más fervientes se entregaron a la fe con un impulso casi sobrehumano.
Entre los místicos españoles, el nombre más importante fue una mujer, santa por añadidura: Teresa, de Cepeda y Ahumada, que ha pasado a la posteridad con el nombre de Teresa de Jesús.
Sus obras, dejando aparte el contenido espiritual, ocupan un lugar preferente en el campo literario, por la fuerza, el calor y la riquísima espontaneidad con que expresan su fe.
El Teatro:
A finales del siglo XV, el pueblo español, despertando a la conciencia de su genio nacional, permitirá al teatro un desarrollo igualmente decisivo.
El Imperio español está en pleno auge.
Tras la influencia italiana, la originalidad profunda y radiante del teatro español florece en obras gracias a las cuales el mundo entero llamará a esta centuria el Siglo de Oro, uno de los más gloriosos de la historia universal del teatro.
Es un teatro obsesionado, como lo era el hombre de su época, por la idea del honor.
La Iglesia se halla, por su parte, en plena lucha contra la herejía.
La todopoderosa Inquisición conseguirá suprimir toda libertad religiosa o política. Sin embargo, renuncia a luchar contra el teatro, prefiriendo servirse de él en la medida de lo posible.
Y lo hará, esencialmente, sugiriendo temas a los autores dramáticos, y censurándolos después.
El período heroico del teatro empieza realmente con el remado de Felipe II, que verá el florecimiento de la poesía lírica y de la épica, y el esplendor de los grandes místicos, como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz.
Los grandes nombres del teatro son: Miguel de Cervantes -genial novelista, y no tan grande como dramaturgo-, Tirso de Molina, Pedro Calderón de la Barca, Juan Ruiz de Alarcón y, por supuesto, Lope de Vega.
De todas las artes, el teatro fue el que manifiestamente sirvió mejor a los fines de la política interior de Felipe IV.
La reputación del fasto y el esplendor de una corte que todavía pretendía asombrar al mundo, y en la que se representaban tantas obras y comedias palaciegas, servía para enmascarar ante el pueblo la decadencia política y social de la monarquía de los Austrias, comenzada con guerras desgraciadas y tratados desastrosos que culminaron en el agotamiento de las arcas reales.
El teatro de toda esta época, amado por los reyes, por la aristocracia y por el pueblo, quiere ser, y lo consigue, eminentemente popular.
Los dramaturgos viven profundamente su época, y la reflejan.
Todos los historiadores están de acuerdo en que la aristocracia ocupa los altos cargos pero tiene poca influencia.
El rey, seguido por su pueblo, tiene toda la autoridad material, mientras que la Iglesia, que ha mantenido durante ocho siglos una encarnizada pugna contra el Islam, lucha ahora contra el protestantismo y posee toda la autoridad espiritual y moral, que impone por medio de la Inquisición.
Se puede situar en el reinado de Carlos II, es decir, en los últimos años del Siglo de Oro, el fin, al menos en bloque, del gran genio dramático español, uno de los más grandes que hayan existido.
• El fin del Siglo de Oro Español
La decadencia política y económica de la España de los sucesores de Felipe II estaba disimulada por los fastos de la corte y por una producción artística brillante, tanto en el ámbito literario como en el pictórico.
Pero el país se debilitaba: el enrarecimiento de los metales preciosos de América agravó el déficit de las finanzas reales, mientras que el dominio de territorios dispersos, la conservación de su hegemonía y la defensa del catolicismo exigían fuertes gastos militares.
El ejército sufrió reveses en la guerra contra Francia; estallaron revueltas en Cataluña, Nápoles y Sicilia; Portugal recuperó su independencia.
La sucesión de Carlos II desencadenó luchas encarnizadas entre las familias principescas, que, temiendo la hegemonía francesa, rehusaron reconocer a Felipe V, nieto de Luis XIV.
Si el príncipe Borbón pudo finalmente, después de un conflicto ruinoso, instalarse en Madrid, ello fue a costa del desmembramiento de las posesiones españolas de Italia y de Flandes.
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